El grito es un cuadro del que Munch pintó varias versiones a finales del siglo XIX y principios del XX. No se sabe muy bien qué es lo que Munch trató de reflejar en su cuadro a través del rostro angustioso de la persona que grita. Si se trata del reflejo de la angustia personal del pintor o si El grito pudiese también esconder una crítica a la nueva forma de organización socioeconómica de la época y sus efectos en las personas; si Munch grita también contra las injusticias sociales y económicas que acompañaron a la Revolución Industrial. Edward Munch pertenece a la corriente del expresionismo. El expresionismo buscaba la expresión de los sentimientos y las emociones del autor, más que la representación de la realidad objetiva. Es decir anteponía esos sentimientos a las propias formas. El artista expresionista lo que busca es que se experimente un impacto fundamentalmente emotivo ante sus obras.
La pintura se toma como un medio de ver la vida con otro punto de vista. Para ello los pintores expresionistas utilizan los colores fuertes y puros. Distorsionan las formas retorciéndolas y pintando rostros desfigurados y tristes, tratando de buscar con las líneas, el transmitir esos sentimientos. El grito ha sido considerado como una de las obras cumbres del expresionismo, especialmente del de los pintores alemanes que vivieron el cambio de siglo en París. Este grito es la representación idónea de uno de los estados emocionales que más influencia tienen en las personas: la angustia.