Una de las razones por las que resulta más difícil entenderse entre jóvenes y personas adultas es porque las expectativas acerca de unos y otros no se cumplen de igual manera en cada grupo. En ocasiones, incluso, queremos las mismas cosas, pero no seguimos el mismo camino para alcanzarlas y eso dificulta la comprensión y las relaciones.
En otras actividades de este bloque hemos hablado de los clichés y de ciertas interpretaciones distorsionadas que hacemos sobre otros grupos de edad (ver, en concreto, las actividades “La edad es una idea” o “Leyendas de estar por casa”). Pero en esta ocasión vamos a detenernos en considerar cómo, en muchas ocasiones, estamos hablando de las mismas cosas, solo que con lenguajes diferentes, lo que hace que no nos entendamos. Hablemos, por ejemplo, de expectativas…
¿Qué piensas tú que los adultos esperan de los jóvenes?
¿Crees que se cumple esa expectativa?¿Por qué razones?
¿Cómo te gustaría a ti que fueran las personas adultas con las que te relacionas?
¿Se cumple esa idea? ¿Crees que sería posible que se diera ese deseo en la realidad?¿Por qué?
En la vida cotidiana no encontraremos una lista publicada en ninguna parte en la que se nos diga a cada cual qué se espera de nosotros en función de nuestra edad, pero a poco que nos detengamos a pensarlo, somos bien conscientes de que cada cual espera de los demás cosas que no siempre se cumplen. ¿O será que quizá queremos las mismas cosas, pero no las alcanzamos de la misma manera? ¿Tú qué piensas?
¿Qué podemos trabajar con este audiovisual?
Todas las personas tenemos sueños. Especialmente, los chicos y chicas jóvenes hablan mucho de los sueños, quizá más que las personas adultas.
¿Por qué piensas que esto es así?
¿Crees que los jóvenes tienen más sueños que los adultos?
¿Cuáles son los sueños más comunes de la gente joven?
¿Y de la gente adulta?
Si tuvieras que identificar los principales enemigos de los sueños, aquellos obstáculos que pueden impedir de manera más clara que se cumplan, ¿cuáles serían?
En la secuencia que veremos a continuación se dice una frase curiosa: “La edad adulta es donde los sueños van a morir”. ¿Qué opinas de esta frase? ¿Crees que es cierta? Justifica tu respuesta.
En este momento es cuando proponemos abordar la secuencia de vídeo escogida. En ella puede verse el encuentro entre un padre y su hija después de un cierto tiempo sin verse. Vamos a pedir al grupo que hagan un visionado activo de la escena, dividiendo a la clase en cuatro grupos, cada uno con la asignación de una serie de elementos que deben captar de la secuencia:
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Grupo 1: Conductas “típicas” de gente joven en la protagonista.
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Grupo 2: Conductas “típicas” de gente adulta en el protagonista.
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Grupo 3: Expectativas del padre acerca de la hija.
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Grupo 4: Expectativas de la hija acerca del padre.
Tras ver el vídeo completo, se hace un barrido por los cuatro grupos, para intentar aunar la información necesaria en la pizarra.
Es evidente que, al menos en este vídeo, adulto y joven se comportan de manera muy diferente. Eso suele ser el reflejo de una manera también distinta de percibir el mundo.
¿Qué hay detrás del “protocolo” que sigue el padre a la hora de comportarse?
¿Qué ideas crees que hay detrás de ese orden, mesura, formas… que presenta el padre?
¿Qué hay detrás de la ausencia de protocolo de la chica?
¿Cómo piensas que ve ella el mundo en comparación con su padre?
Ahora que conocen el contexto de la frase “La edad adulta es donde los sueños van a morir”, podemos seguir profundizando un poco más en ella…
¿Piensas que este padre tiene sueños? ¿En qué te basas?
¿Piensas que la chica tiene sueños? ¿O piensas que su padre tiene razón al decirle que no los tiene? ¿En qué piensas que se basa él para decirle lo que le dice?
¿De qué maneras cada uno de los protagonistas le expresa al otro lo que opina de su forma de ver la vida? (Por ejemplo, el padre pidiendo dos copas, en vez de una, y ella al separarse de la mesa de forma “antiprotocolaria”, haciendo ruido con la silla…)
¿Crees que es posible que la chica tenga sueños, pero que al no saber cómo alcanzarlos esté dando la sensación de que no existen?
¿Es verdad entonces la frase del inicio, o pudiera ser que, bien planteada, la edad adulta pudiera ser verdaderamente el tiempo en el que ciertos sueños se hacen realidad por poder tener las herramientas en la mano?
Aquí es muy fácil que podamos referirnos a una de las preguntas iniciales en las que considerábamos qué cosas podían ser obstáculos en el camino para conseguir nuestros sueños. De hecho, al profundizar en las posibles respuestas que hayan dado, podremos llevarles a la conclusión de que, para alcanzar los sueños –que al final es una meta de todas las edades, ya que a todos nos apetecería que nuestros sueños se cumplieran- hacen falta elementos que se encuentran tanto en las edades más tempranas como en las más maduras, como puede verse a continuación:
Cuando somos más jóvenes, tenemos ilusión, expectativas, creatividad, originalidad, curiosidad, arrojo, valentía… elementos más intangibles, pero sin los cuales es muy difícil desarrollar la motivación necesaria para llegar a cumplir los sueños. Pero en esa etapa nos faltan los medios materiales, el apoyo, incluso el conocimiento más básico de cómo funcionan algunas cosas en el mundo que nos rodea, lo cual nos impide desarrollar nuestros sueños como nos gustaría. Además tenemos mucho interés por hacer las cosas de manera muy diferenciada del mundo adulto, y eso no siempre ayuda.
Cuando se es más adulto, tenemos la experiencia, los medios y recursos materiales, económicos en alguna medida, al menos, para poder concretar cosas que cuando éramos más jóvenes no podíamos. Pero también tenemos a nuestras espaldas más cansancio, decepciones, cargas y responsabilidades que desplazan con la urgencia de cada día las cosas importantes, como son no olvidarse de los propios sueños. Nos podemos volver excesivamente críticos y perder la frescura que es tan necesaria para seguir luchando con ánimo por lo que deseamos.
En definitiva, padre e hija podrían complementarse bien si se dieran cuenta de que ambos tienen sueños –el sueño del padre es que a la hija le vaya bien, entre otros, seguramente- y que, de trabajar juntos podrían aunar esfuerzos con resultados más que interesantes. ¿Por qué piensas, sin embargo, que hay pocos adultos y jóvenes que colaboren juntos hacia un objetivo común? ¿Cuál es, entonces, uno de los peores obstáculos o enemigos que tenemos para conseguir nuestros sueños: no tenerlos, o no estar dispuestos a la colaboración necesaria para que se concreten?
Hacer realidad los sueños no es una tarea fácil. Requiere identificar el sueño, ser capaces de ponerle nombre, darle concreción y establecer los pasos que habría que dar para poder alcanzarlo. Donde el padre cree que la chica no tiene sueños, en realidad lo que le está faltando es ver la concreción en pasos identificables para que ella llegue donde quiere llegar. Pero no sabe expresárselo, y la ofende al decirle que lo que no tiene son sueños. Ella, por otro lado, reconoce que ni siquiera sabe qué es exactamente lo que quiere, pero que quiere la confianza de su padre. Así que esto abre la puerta a un par de tareas que planteamos como cierre de la actividad y que pueden realizarse de manera personal y reflexiva:
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¿Puedes identificar al menos un sueño que tengas?
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¿Puedes hacer un plan de acción, identificando los pasos que tendrías que dar para poder llegar a cumplirlo? (Ahora mismo da igual que tengas o no en tu mano los recursos necesarios para cumplir cada uno de esos pasos. Pero tenerlos identificados te permitirá ver lo que tienes, lo que te falta, y estar atento o atenta a las oportunidades que la vida te presente para conseguirlo).
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¿Crees que este plan de acción puede ayudarte a ti a concretar tu acción y a los demás a tener claro que peleas por algo concreto?