Probablemente para nadie pase desapercibido el hecho de que vivimos en una sociedad desigual en muchos sentidos. Cada cual tiene diferente acceso a las oportunidades, al trabajo, a los amigos, a condiciones favorables o no para sus objetivos… y muchas de esas desigualdades se dan, además, de forma bastante evidente, en el plano de lo relacionado con el género. Es decir, en muchas ocasiones, buena parte de las injusticias se llevan a cabo por el hecho de ser o no mujer.
Con todo y eso, también es de justicia probablemente considerar que se ha avanzado bastante en este sentido, aunque sería ingenuo pensar que ya está todo el camino recorrido. Lejos de ser esto cierto, más bien tenemos que pensar que queda mucho por hacer y que la desigualdad a menudo se produce en cuestiones muy sutiles, casi imperceptibles, como las que se ven en el vídeo.
¿Alguna vez te han insultado diciéndote que haces algo “como una niña” o “como una chica”?
¿Has escuchado alguna vez a alguna persona dirigirse a algún chico o niño diciéndole que es una “nenaza” o cosas como “los hombres no lloran”?
De estas y de otras formas sutiles o no tan sutiles a menudo se usa el género femenino como forma de insulto, algo a lo que, en cualquier caso, no deberíamos acostumbrarnos…
¿Qué podemos trabajar con este audiovisual?
A continuación se presenta una actividad para realizar en grupo a partir de los vídeos planteados:
Proponemos que el educador pueda visualizar con antelación el vídeo “Always like a girl” (“Siempre como una chica”) porque se trata de que pueda hacer un experimento parecido al que se ve en la secuencia, sólo que con los chicos y chicas de su clase.
La idea es pedir unos cuantos voluntarios que salgan de clase y uno por uno y por turnos se les va haciendo entrar, pidiéndoles que hagan lo primero que se les venga a la cabeza cuando les diga, p.e. “Corre como una chica”, “Lanza como una chica”, “Pega como una chica”…
Cuando se haya sometido a un participante a la prueba, se pasa al siguiente, y así hasta hacerlo con los 4-5 seleccionados, que deberían ser, a ser posible, chicos y chicas.
Al terminar, se les propone que vean cómo terminó el mismo experimento a través del vídeo propuesto. Les pediremos que presten especial atención a la argumentación que hacen las chicas al final, al considerar que no debe ser ninguna humillación hacer las cosas como una chica porque SON chicas.
- ¿Qué pensáis de lo que estas chicas argumentan al respecto de lo sucedido?
- ¿Qué piensan de que las niñas pequeñas (que no el niño), corran, peguen y lancen sin ningún tipo de influencia por parte de las desigualdades de género?
- ¿Creéis que estas niñas entienden que hacer “algo como una chica” debe ser un insulto? (Más cuando ellas ponen “toda la carne en el asador” para hacer la tarea que se les pide).
- ¿Qué os parece el hecho de que el niño se dé cuenta de que con esa actitud se insulte a todas las demás chicas pero a su hermana no? ¿Tenéis la sensación de que se ha dado cuenta de las implicaciones que tiene esto mientras hablaba? ¿Qué pensáis que significa esto de que el niño sólo se dé cuenta de que es un insulto cuando incumbe a alguien a quien él quiere? ¿Qué dice de nosotros como sociedad?
El uso del segundo vídeo puede ser planteado como herramienta de apoyo, ya que habla de la misma cuestión, sólo que aplicada a los hombres desde que son niños. Básicamente plantea la importancia que tiene una educación en la que la manifestación de sentimientos y emociones por parte del género masculino no tenga que implicar una falta de masculinidad. Dicho de otra forma, se pone de manifiesto cómo negar esa faceta emocional en los hombres bajo “amenaza” de que van a ser como mujeres no hace sino traer problemas graves a esos hombres y, por extensión a la sociedad.
Conviene que los participantes en la actividad, si son chicos, piensen especialmente si a ellos les ha pasado algo parecido, es decir, si se les penaliza por emitir conductas que se consideren más bien del género opuesto por tener que ver con el mundo emocional (que no es para nada terreno exclusivo de las mujeres). Si son chicas, pueden compartir cómo se sienten al ver que el género al que ellas pertenecen se usa como forma de insulto o limitador de la libertad del otro género, indicándoles lo que no deben ser, como si ello fuera malo, humillante o motivo de vergüenza.