Si escribimos en Google “educación España” los primeros resultados que aparecen nos muestran un panorama apocalíptico, desolador: “España retrocede”, “En la cola de la OCDE”, “cuesta abajo en los informes PISA”, “ciertas comunidades autónomas están por detrás del nivel educativo de Turquía”… amén de algún caso sobredimensionado por la prensa más vociferante de profesor agredido, alumno vapuleado, instituto permisivo con… Un poco de ironía para empezar de la mano de Forges y, después, una propuesta.
El punto de vista de los alumnos…
El punto de vista de los profesores…
El punto de vista de las familias…
El punto de vista de la sociedad…
La Fundación Empieza por Educar (Teach for All) acaba de celebrar el encuentro “La Educación en el 2020” en el que han participado diferentes ponentes coordinados por Javier Roglá, Director General de la fundación, y Julia Sánchez, directora del programa. Fueron Ángel Serrano, Director del Colegio Padre Piquer de Madrid; Javier Restán, Director General de Becas de la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid; Olympia Mozo, formadora de directivos; Javier García Cañete, Director del Observatorio de Tendencias de la Fundación Botín; José Manuel Pérez “Pericles”, fellow de Ashoka y promotor del espíritu emprendedor en la educación formal y Gloria Macías, socia de McKinsey y autora del informe La educación en España: motivos para la esperanza.
Desde Empieza por Educar quieren contribuir activamente a eliminar las desigualdades educativas, para conseguir que algún día niños y niñas, independientemente de su contexto social, desarrollen las competencias y mentalidades para ser dueños de su futuro. Para ello están formando la primera generación de docentes “teach for all”, basándose en la reflexión constante de la situación educativa en nuestro país, con la idea de configurar una idea integradora de la enseñanza.
Atendiendo a resultados de informes PISA, datos de la OCDE, pruebas concretas de conocimientos y destrezas propias de cada comunidad autónoma, listados de centros según su calidad realizados por las consejerías de educación y/o los medios de comunicación… tenemos el gran “lujo” de contar con muchos números, números y números. Ahora que vivimos en un permanente estado económico, de datos, estadísticas y números, donde “todos” nos quedamos con los datos, creo que el enfoque pasa por el lado de las letras. Si bien todos los profesores usamos comparaciones, no por odiosas sino por pedagógicas, creo que frente a tanto número un barniz intelectual, humanístico, reflexivo y sobre todo, resolutivo (como el que aplicamos cada día en el aula), nos vendría muy bien a todos.
Durante este encuentro se presentó el informe que apunta márgenes de mejora en nuestro sistema educativo, realizado por Gloria Macías y Cristina San José (McKinsey & Company). Con el título La educación en España: motivos para la esperanza proponen 10 medidas concretas, con la idea de que un cambio es posible alcanzando resultados en un plazo relativamente corto de tiempo. Se proponen tres áreas de actuación de cara a mejorar el sistema educativo de nuestro país en cuanto a la transparencia en las métricas de rendimiento, la profesionalización de la docencia y a la autonomía de los centros.
En cuanto a la transparencia en las métricas de rendimiento
1. Analizar en detalle ejemplos concretos de mejores prácticas internacionales para definir nuestra aspiración en términos de información (qué métricas de rendimiento educativo, qué nivel de granularidad de los datos -por ejemplo, posibilidad de vincular alumno, profesor y materia y con qué frecuencia se realiza la medición-).
2. Recopilar y analizar la información disponible en las pruebas actuales para determinar qué información es aprovechable versus qué información adicional sería deseable y cuál sería el coste asociado a obtenerla.
3. Definir herramientas de aprovechamiento de esta información para los gestores (informes y cuadro de mando) asignando los distintos niveles de transparencia necesaria (por ejemplo: agregados por centro, detalle por profesor).
En cuanto a la profesionalización de la docencia
4. Analizar en detalle distintas opciones de formación y liderazgo para profesores y directores puestas en marcha en otros países, en términos de qué contenidos, qué formatos y qué recursos son necesarios.
5. Recopilar y analizar todas las opciones de formación de profesores y directores que hay en marcha para valorar cómo comparan en contenidos, formatos y recursos con las mejores prácticas internacionales, cuál es su impacto medible hasta la fecha y cuál es su coste asociado.
6. Diseñar y/o adaptar nuevos contenidos y vehículos de formación para nuestro país a distintos niveles de costes (con/sin coste adicional) y con/sin necesidad de modificaciones normativas.
En cuanto a la autonomía de los centros
7. Analizar en detalle distintas formas de gestión de la autonomía de las mejores experiencias internacionales en áreas curriculares y metodológicas, y cómo se administra esta autonomía en función del rendimiento educativo del centro de gestión (por ejemplo, centros excelentes versus centros aceptables).
8. Analizar los grados de libertad disponibles en el área curricular/metodológica según la legislación/normativa actual en las distintas comunidades autónomas.
9. Plantear cuáles podrían ser los “primeros pasos” de autonomía responsable implementables en las comunidades autónomas.
De cara a facilitar la financiación de las nuevas iniciativas
10. Valorar distintas alternativas de priorizar gastos no instruccionales (por ejemplo, servicios, suministros…) de cara a financiar aquellas propuestas que requieran de un coste adicional.
Quizás esta propuesta (y las ideas que cientos de profesores desarrollan en sus aulas en formato de “monólogo”) y, a la vez, los recortes generalizados… no sé, suena, volviendo a Forges, irónico. Sin embargo, sigo creyendo que mi generación tuvo acceso a una educación buena, mis alumnos actuales disfrutan de una educación muy buena y nuestros nietos, debemos tender a que la tengan aún mejor. Por tanto, siempre queda margen de mejora, siempre, aunque debemos ser prácticos, resolutivos y eficaces y, probablemente, virar el rumbo.