Cerca del 60% de las oportunidades laborales serán en el horizonte 2025 para trabajadores con educación universitaria o de formación profesional superior, mientras que las opciones para los niveles educativos inferiores serán casi inexistentes (2%). Ésta es una de las conclusiones del Informe “La formación y el empleo de los jóvenes españoles. Trayectoria reciente y escenarios futuros” elaborado por BBVA-IVIE(Valencia Institute Of Economic Research) y publicado en marzo de 2015. En dicho estudio se analiza en profundidad los problemas laborales de los jóvenes de 16 a 34 años durante las tres últimas crisis, el papel de la formación en su resolución y las perspectivas de empleo para la próxima década.
No cabe duda de que en estos tiempos de crisis en los que nuestra generación de jóvenes mejor formados de la historia se ve obligada a buscar en otros países un puesto de trabajo, las conclusiones de este informe son esperanzadoras. Es importante destacar que la formación ha actuado como factor de protección frente al paro de los jóvenes más cualificados, y así sucederá también en la próxima década, mensaje que debemos transmitir a nuestros alumnos como un elemento de motivación importante respecto al papel de la educación en su futuro laboral y, por tanto, personal.
En este Informe, se destacan los siguientes datos:
- La crisis ha dificultado a los jóvenes encontrar y mantener un empleo.
- El emprendimiento de los jóvenes españoles se ha reducido con la crisis y es demasiado escaso (6,5%), además de ser una tercera parte menor que la media de los países europeos (9,2%) y la mitad del de EE. UU. (12,4%).Son muchos los jóvenes que no estudian ni trabajan.
- El porcentaje de los que además no buscan empleo es más bajo que la media de la UE. Y lo más grave es que más del 60% de los parados menores de 25 años que no estudian carecen de estudios postobligatorios.
Pero algunas de sus conclusiones son muy esperanzadoras:
- La formación ha favorecido el acceso al empleo y sobre todo ha protegido frente a la probabilidad de pérdida del mismo. La probabilidad de estar ocupado crece con el nivel de estudios completados, pero lo hace con más intensidad cuánto mayores son las competencias efectivas.
- La formación actuará como factor de protección también durante la próxima década.
- La educación universitaria aumenta en 13 puntos porcentuales la probabilidad de trabajar de un joven respecto a otro con solo estudios obligatorios, aunque más años de educación no bastan para encontrar empleo.
- La calidad de la formación presenta amplias posibilidades de mejora y las competencias son casa vez más relevantes: poseer un alto nivel de competencias puede incrementar en otros 13 puntos porcentuales adicionales la probabilidad de empleo.
- Siete de cada diez nuevos puestos de trabajo creados en la próxima década serán de cualificación: directores y gerentes; técnicos y profesionales científicos e intelectuales; y técnicos y profesiones de apoyo.
No podemos perder de vista que para aprovechar las oportunidades laborales de los jóvenes españoles, además sabiendo que éstas mejorarán durante la próxima década debido al amplio relevo generacional y la creación de empleo neto, es necesario:
.- Ofrecer en los niveles educativos básicos (E. Primaria y Secundaria) una buena formación competencial.
.- Adaptar la Formación Profesional y los Grados Universitarios a las necesidades reales del mercado laboral en el que nuestros jóvenes van a desarrollar sus competencias profesionales.
.- Ofrecer desde iniciativas públicas y privadas, posibilidades de empleo para los jóvenes menos cualificados ya que éstos corren mayor riesgo de exclusión en el mercado laboral.
.- Promocionar el emprendimiento por parte de los jóvenes, con medidas como facilitar el acceso a la financiación y ofrecer complementos específicos de formación a los emprendedores.Además de contar con emprendedores más formados, clave para mejorar el perfil de los puestos de trabajo y el uso más intenso y adecuado de trabajadores más cualificados.
Sólo si aprovechamos adecuadamente las oportunidades podrá garantizarse el bienestar de nuestros jóvenes. Y en nuestras manos está continuar reflexionando, como lo venimos haciendo desde hace tiempo, para replantear nuestras metodologías de trabajo en el aula e introducir prácticas educativas novedosas para que nuestros alumnos adquieran de forma eficaz las competencias como capacidades para aplicar de forma integrada.
Guy Claxton, director de un programa educativo llamado “Building Learning Power”, plantea la necesidad de formar “aprendices poderosos” capaces de ir más allá del “aprender a aprender”, Él considera que para ello, el “sujeto que aprende” debe adquirir cuatro grandes fortalezas que debe adquirir, las cuales define como las cuatro “R” del poder de aprendizaje:
- La resiliencia: implica estar preparado y dispuesto y ser capaz de centrarse en el aprendizaje. Además de estar motivado y disfrutar con el aprendizaje, lo que favorece la capacidad de atención y la perseverancia en la tarea.
- Los recursos: supone estar preparado, dispuesto y ser capaz de aprender de modos diversos. Los alumnos deben aprender a realizar una serie de procesos (preguntar, relacionar, imaginar, razonar, aplicar) que les permitan aprender mejor y poder sacar partido de todas sus potencialidades y talentos. En nuestras aulas, día a día les ofrecemos múltiples recursos para trabajar en esta línea.
- La reflexión: permite estar preparado, dispuesto y ser capaz de desarrollar un aprendizaje más estratégico. Para ello, los alumnos deben planificar, revisar, aprender de la experiencia, tener el aprendizaje como meta.
- La reciprocidad: implica estar preparado, dispuesto y ser capaz de aprender tanto a solas como con otras personas. Aquí es donde se sitúan habilidades como independencia, sociabilidad, colaboración, empatía, etc. , imprescindibles para mantener unas interacciones positivas y constructivas en los distintos entornos de relación.
Desde esta perspectiva, ¿qué se necesita para transformar a nuestros niños y jóvenes en “aprendices poderosos”?:
Niveles altísimos de confianza. Ser adaptables, capaces de utilizar su creatividad natural, siendo conscientes de sus propias fortalezas y debilidades.
Mayor conciencia de sí mismos a nivel emocional e intelectual, además de ser capaces de establecer relaciones de manera rápida, efectiva y en muchas ocasiones “virtual”.
Capacidad para saber acceder a las informaciones necesarias, seleccionarlas, articularlas y aplicarlas a un determinado objetivo.
Espíritu emprendedor tanto para su propio éxito como para la estabilidad de la sociedad de la que van a participar en un futuro.
Espíritu crítico que les permita filtrar la cantidad de información y de influencias externas, positivas y negativas.
Y todo ello en un entorno educativo que emane tranquilidad y seguridad acompañado de un modo más creativo de presentación del aprendizaje para hacerlo dinámico, interesado y relevante. Los educadores debemos asegurar que nuestros alumnos se formen en un sistema educativo que desarrolle su autoestima y su conciencia del mundo, sus aspiraciones y valores y la seguridad en sí mismos para ser capaces de ver el papel positivo que van a desempeñar en la sociedad.
La escuela debe convertirse en un lugar donde chicos y chicas desarrollen sus “fortalezas del aprendizaje” y trabajen sus “músculos del aprendizaje”, como dice Guy Claxton, para convertirse en aprendices confiados, capaces y poderosos a lo largo de su vida. En nuestras manos reside el poder dotarlos de todas estas herramientas imprescindibles para ese futuro laboral y también personal.