“Lo que se les dé a los niños, los niños darán a la sociedad” Karl A. Menninger (1893–1990), psiquiatra estadounidense.
En estas fiestas navideñas los padres se esfuerzan en buscar el mejor regalo para sus hijos. Vivimos en una sociedad consumista y materialista que, en muchas ocasiones, conduce a pensar que el mejor regalo puede ser un móvil de última generación o cualquier otro aparato tecnológico o el juguete más sofisticado que exista en el mercado y, a veces, sin importar el precio. A pesar de todo, los padres hacen un esfuerzo para conseguirlo creyendo que harán más feliz a su hijo.
No podemos olvidar que la sociedad del s. XXI marca una serie de características entre nuestros niños y adolescentes, las cuales justifican más que nunca la necesidad de una sólida educación. Esta educación comienza desde el momento de su nacimiento y moldea a la persona en la que se convierte, el tipo de vida que va a llevar y su impacto sobre los demás. El mejor regalo que unos padres pueden ofrecer a sus hijos es algo sencillo, de sentido común y que además no implica gastos extras: una sólida educación que día a día irá asentando ese poso que les permitirá crecer como personas confiadas, seguras, autónomas, independientes, reflexivas, críticas y felices.
Un dato para reflexionar: La Sociedad Española para el estudio de la Violencia Filio-Parental (SEVIFIP) es la primera Sociedad Científica dedicada al estudio de éste tipo de violencia que se crea en España y que nace con vocación optimista. Su objetivo es promover la enseñanza, la investigación, la regulación deontológica y la intervención de y en la Violencia Filio-Parental, así como la divulgación del conocimiento. La violencia intrafamiliar adopta diferentes formas siendo las dos más estudiadas el maltrato infantil y la violencia de género. No obstante, en los últimos años se ha podido apreciar un aumento exponencial de violencia filio-parental (VFP), entendida ésta como el conjunto de conductas reiteradas de agresiones físicas (golpes, empujones, arrojar objetos), verbal (insultos repetidos, amenazas) o no verbal (gestos amenazadores, ruptura de objetos apreciados) de los hijos hacia los padres o a los adultos que ocupan su lugar. En unas Jornadas en Investigación sobre este tipo de violencia, celebradas en la Universidad de Deusto, la prevalencia de la Violencia Filio-Parental (VFP) en Bizkaia es del 13% para VFP psicológica repetida, y del 3,2 para VFP física repetida. La investigación muestra unos cambios importantes en los roles jerárquicos familiares, con un estilo permisivo en los padres, y un mayor poder en la familia por parte de los hijos. A juicio de los profesionales, el estilo educativo que utilizan los padres es relevante para determinar la aparición de VFP. El de mayor riesgo es el llamado negligente, en el que tanto el control de los padres como el afecto que se transmite a los hijos es bajo.
Las características que definen a los niños y adolescentes de la generación actual son:
Generación sin complejos. Generación desinhibida, con muchas identidades, con muchos Nick, con los que juegan. Pueden hablar por el móvil con una identidad, por el Messenger con otra, mientras que en casa tienen otra. Muy acostumbrados a mostrar detalles de su vida íntima sin pensar en sus consecuencias.
Generación independiente. Son demasiado individualistas. Se muestran tal como son, independientes también en lo familiar. Su actitud familiar es de inhibición, ignoran a veces el compromiso con la familia y parecen vivir con desapego (un dato para pensar: la media de conversación entre padres e hijos en Estados Unidos es de siete minutos diarios en los días laborables y de veinte en cada uno de los días del fin de semana).
Generación proactiva. Están muy preparados para un mundo tecnológico y se muestran innovadores, activos pero desprovistos, en ocasiones, de principios y compromisos morales.
Generación positiva. Los nuevos jóvenes están bien preparados, buscan la autonomía personal por encima de todo, quieren hacerlo ellos solos, probarlo, experimentar. Pero tienen graves problemas para aceptar el fracaso y la frustración. Es una generación emocional.
Desvinculación familiar. Los chicos y chicas reciben una hiperestimulación fuera del contexto familiar. En muchas ocasiones, la influencia de las nuevas tecnologías de los modelos presentados en series y programas, del acceso a una gran cantidad de información (sin control en muchas ocasiones), pueden provocar una desvinculación familiar. Y a ello, se añade ciertas situaciones complejas en el ámbito familiar que pueden desembocar en cierta desorientación.
Generación del iPod y del messenger. Resulta frecuente ver grupos numerosos de jóvenes, pero cada uno en su mundo, el mundo de su ipod, de su móvil,… No se sienten individualistas aunque para nosotros lo son. Se sienten místicamente conectados con amigos (algunos sólo conocidos únicamente a través de redes sociales).
Generación adaptada. Tiene gran sentido de pertenencia: territorial, colegial, grupal, familiar, tecnológica, deportiva. Es una generación productiva, práctica y directa pero agresiva.
El análisis de cada una de estas características conlleva una serie de necesidades que van a indicar las pautas para saber cómo educar, pues el acto de educar implica satisfacer dichas necesidades de forma correcta y adecuada. Es muy importante que los padres eduquen a sus hijos en base a dichas necesidades:
- Aprender a dar un gran salto hacia un proyecto personal de autonomía corporal, emocional y social. La excesiva sobreprotección con la que muchos padres educamos debe transformase en educación para la autonomía emocional y social.
- Fomentar un espíritu crítico que les permita filtrar la cantidad de información y de influencias externas, positivas y negativas, que reciben desde el Messenger, los blogs,
- Desarrollar principios éticos y valores morales para transformar la hiperactividad, la hiperestimulación, el consumismo en potencialidades como motor ético.
Pero ¿cómo pueden lograr los padres este objetivo? Me gustaría destacar una serie de consejos sencillos y prácticos para caminar en esta dirección:
.- Los niños crecen sanos y felices cuando cuentan a lo largo de su desarrollo con referentes estables que se implican en su vida a diario, les ofrecen orientación, afecto, diálogo y una comunicación abierta basada en el respeto y la confianza. Los padres deben predicar con el ejemplo y no sólo con la palabra, deben convertirse en modelos adecuados.
.- Los padres deben educar en positivo sin recurrir a gritos, insultos, amenazas, humillaciones. Pero ello no está reñido con la disciplina razonada y consensuada. Los límites y las normas son imprescindibles pero éstas se cumplen mejor si han sido elegidas democráticamente y además se sistematizan con coherencia.
.- Es importante dedicar momentos de encuentro diario para que padres e hijos compartan vivencias, emociones, impresiones, opiniones. Sólo la escucha activa y la interacción constante garantizan el bienestar personal y emocional además de una correcta educación y desarrollo. Además, estos encuentros ayudarán a los padres a conocer mejor a sus hijos.
.- El ejercicio de la participación conlleva que los niños y las niñas asuman progresivamente responsabilidades adecuadas a su edad. La participación contribuye al desarrollo de la autoestima de los niños y las niñas porque percibir que sus ideas cuentan les hace sentir que son valiosos y capaces. La participación se convierte en un modo de vida que despierta en ellos un profundo sentido de la responsabilidad, necesario para estimular su autonomía.
.-El papel socializador de la familia es imprescindible para la formación de futuros ciudadanos adultos, responsables y comprometidos con la sociedad. Y en este compromiso no puede faltar la educación en valores tan importantes como el respeto hacia uno mismo y hacia los demás, la responsabilidad individual y colectiva, la solidaridad, la justica, la perseverancia, el compromiso ético,….
Los padres deben tener siempre muy presente que sólo el estilo de crianza de parentalidad positiva aglutina todas estas premisas. Y este , en definitiva, será el mejor regalo que día a día se puede ofrecer a un hijo.