26 July, 2015

En la red abundan este tipo de “consejos” respecto a las vacaciones de verano y nuestros hijos:

-5 consejos para que los niños mejoren el ajedrez “este verano”

-Decálogo de seguridad en las playas

-Ideas para que las vacaciones salgan geniales

-Pautas y consejos de alimentación para nuestros hijos en el verano

-Consejos de seguridad para el verano.

-Consejos para proteger la piel en verano

-un largo etc.

Me encanta el uso productivo y educativo de las redes sociales, la lectura de blogs realizados con seriedad, la incorporación de las llamadas TIC en el aula, pero más me apasionan las relaciones personales, el contacto “tú a tú” (“vos a vos”), las miradas y gestos que no necesitan palabras, la buena conversación y, sobre todo, las personas con sentido común. Pero parece que a veces los que escriben en la red, haciendo abuso de ella, cuando lo hacen piensan en personas que carecen de ello. En este caso concreto, cuando se escribe para las familias. Una madre, un padre o los abuelos desarrollan un sentido especial a la hora de la crianza. También me da la sensación de que si no miras cuáles son los “consejos” actuales antes de salir a la playa, por ejemplo, pues sales con cierta intranquilidad. Perdonadme, pero en muchas ocasiones prevalece la abundancia de información (infoxicación), antes que la relevancia de los datos publicados.

Tengo una hija mayor (27) y un hijo menor (21), y cuando atravesábamos la etapa de crianza, no encontraba la información en webs, ni blogs, ni redes. Recuerdo haber comprado alguna vez una revista dirigida a las familias. Sin embargo, los consejos ante las inquietudes que tenemos todos los padres, mientras estamos en las primeras etapas de nuestros hijos, las daba el pediatra (apreciado Dr..Mascareño), mi madre y también, ¡cómo no!, mi abuela. Pero mi instinto maternal me permitía actuar con congruencia. Estaba claro que si nuestro lugar de vacaciones era en la playa, no estaría exponiéndolos al sol a las peores horas del día; y que tomaría todas las precauciones en cuanto a su alimentación, descanso, juegos, para pasar un verano estupendo.

Lo mismo sucede a nivel educativo. Unos días antes de vacaciones, las redes ya estaban plagadas de “consejos” para enviar a las familias. Consejos que resultaban muy diferentes a los tradicionales cuadernos Rubio.

Ser cautos es una buena condición humana, que fácilmente se pierde en un mundo acelerado, donde lo que se publicó y leyó la semana pasada, ya es noticia vieja. Estos modelos son los que transmitimos a nuestros hijos y alumnado. Muy divulgado está el concepto de que debemos enseñar a buscar la información, a leer e interpretar y ser críticos en nuestra selección. Pero los adultos somos los primeros que debemos aprender.

Ha pasado, así sin querer, casi un mes de vacaciones. Muchos días quedan aún para disfrutar en familia. Saboreando a cada minuto todo lo que nos ofrece la naturaleza, sobre todo porque si organizamos el día (muchas horas de sol), podremos “compartir” actividades que no solemos hacer en el resto del año de trabajo. Algunas de ellas pueden ser:

-Preparar un rico desayuno, que incluirá hacer un zumo de naranjas (compradas el día anterior), un vaso de leche, cereales, tostadas, galletas, etc. ¿Porqué no dejar que los niños nos ayuden?

-Ordenar la habitación. Es un buen momento para aprender a doblar la ropa, clasificarla, guardarla en los cajones, o armarios del cuarto.

-¿Por qué no abrir las libretas o libros de textos, y contar qué recordamos de lo que hicimos en el cole? Estoy segura que es más divertido que completar fichas o cuadernillos.

-Si estamos en la playa, elegirán qué juguetes llevar. No hace falta una súper mochila, solo la que seamos capaces de transportar. Es la manera de colaborar con la persona que nos acompaña (mamá, la abuela, papá), que ya tiene que llevar toallas, cremas, almuerzos…

-Aprender a ponernos protector solar, sabiendo que el sol es necesario pero también puede perjudicar nuestra la piel.

-Jugar en la playa. No hace falta que enumere todos los beneficios que tiene jugar con el agua, con la arena, y con los amigos… sobre todo con los amigos.

-Descansar un ratito a la siesta. Es un buen momento para practicar un poquito de mindfulness, porque ya sabemos que “dormir la siesta”, a medida que crecen, es muy aburrido.

-Otras actividades, más tranquilas, pueden ser dibujar, pintar mandalas, amasar con diferentes materiales (la plastilina ya la tienen muy vista), recortar, etc.

-Organizar un paseo, dibujando un mapa del recorrido, y las posibles actividades: por ejemplo: ¡tomar un helado!, ¡ir al cine!, ¡montar en bici!

-Y reaprender a conjugar verbos olvidados: aprender, jugar,disfrutar, querer, sentir, besar, agradecer, mimar, contener, acariciar, reír, soñar, planear, valorar, elogiar, amar, compartir, conversar, creer, confiar, dar, ayudar, fluir, imaginar, ser, reconocernos… La lista la puedes completar en familia

Y con estos verbos tan importantes, que no deben faltar en nuestra cotidianeidad, os deseo un feliz y merecido descanso estival. Gozar de las cosas sencillas suele llenarnos de plenitud y, sobre todo, de felicidad.

¡Radiantes vacaciones!

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