Fotografía http://spanish.korea.net/NewsFocus/Policies
Martina, Pablo, Diego y Jaime acaban de nacer en Madrid. Hace 8 años, en Lisboa, la UNESCO celebró la Primera Conferencia Mundial sobre la Educación Artística (2006), con el subtítulo de Construir capacidades creativas para el siglo XXI y se redactó una “Hoja de ruta para la Educación Artística”. Personalmente lo de “hoja de ruta” recuerda a un plan estratégico ambicioso a aplicar sobre una zona devastada por desastres o conflictos y, si se relaciona con el ámbito artístico, pues más apocalíptico suena. Algo así como “plan de salvación del arte” planetario-internacional-mundial… Y, bueno, quizás no faltan razones.
El documento de referencia lisboeta recomienda a educadores, padres, artistas, directores de escuelas, ministerios y responsables políticos lograr estos objetivos:
1. Garantizar el cumplimiento del derecho humano a la educación y la participación en la cultura.
2. Desarrollar las capacidades individuales.
3. Mejorar la calidad de la educación.
4. Fomentar la expresión de la diversidad cultural.
Y se plantearon cuestiones como: “¿La educación artística sirve sólo para apreciar el arte o hay que considerarla como un medio para potenciar el aprendizaje de otras materias?”; “¿El arte debe enseñarse como disciplina por su valor intrínseco, por el conjunto de conocimientos, habilidades y valores que transmite o por ambos motivos?”, o “¿La educación artística debe ir destinada a unos pocos alumnos especialmente dotados en disciplinas muy concretas o a todos los alumnos en general?” Ocho años después, ¿vamos por buen camino?, ¿estas vastas generalidades se aplican cotidianamente en el aula?, ¿qué estrategias deberían desarrollarse para que Martina, Pablo, Diego y Jaime reciban una educación artística eficaz?
Hace 4 años, en Seúl, tuvo lugar la Segunda Conferencia Mundial sobre la Educación Artística (2010), con el subtítulo “La Agenda de Seúl: Objetivos para el desarrollo de la educación artística”. Convocados por la UNESCO, todos los países confirmaron que la educación artística debe desempeñar una función importante en la transformación constructiva de los sistemas educativos, y que debemos esforzarnos por satisfacer las necesidades de los estudiantes en un mundo que se transforma con rapidez, caracterizado, por una parte, por notables adelantos tecnológicos y, por la otra, por injusticias sociales y culturales de difícil solución. Este documento se basa en tres objetivos básicos:
1. Velar porque la educación artística sea accesible, como elemento esencial y sostenible de una educación renovada de gran calidad.
2. Velar porque las actividades y los programas de educación artística sean de gran calidad, tato en su concepción como en su ejecución.
3. Aplicar los principios y las prácticas de la educación artística para contribuir a la solución de los problemas sociales y culturales del mundo contemporáneo.
Cuatro años después, ¿vamos por buen camino?, ¿cómo debemos explicar la interculturalidad artística en la que vivirán Martina, Pablo, Diego y Jaime?
Hace 3 años, en Bonn, el European Musical Council promulgó la “Declaración de Bonn sobre la educación musical en Europa” (2011), basada en tres objetivos:
1. Acceso. Asegurar que la educación artística es accesible como un componente fundamental y sostenible de una educación de alta y renovada calidad.
2. Calidad. Asegurar que las actividades y los programas de educación artística son de alta calidad, tanto en su propuesta como en su resolución.
3. Retos sociales y culturales. Aplicar los principios y prácticas de la educación artística para contribuir a la solución de los desafíos sociales y culturales a que nos enfrentamos hoy en el mundo.
Tres años después, ¿vamos por buen camino?, ¿cómo debemos atender la diversidad, en este caso musical, que rodeará a Martina, Pablo, Diego y Jaime? Claro que Martina, Pablo, Diego y Jaime tienen la gran suerte de que sus papás son artistas y que viven por, para y del arte. ¿Y el resto? Vale la pena preguntarse si la hoja de ruta lisboeta, la agenda coreana y la declaración alemana deberían ser de obligado cumplimiento por los responsables políticos de todo el mundo. Y… puestos a pedir… ¿sería posible antes de llegar al 2020, por aquello de los objetivos mundiales educativos a cumplir por entonces y lograr unos porcentajes de personas cualificadas que, a día de hoy, se antojan utópicos?
En los siguientes enlaces se encuentran los documentos íntegros que, sin duda alguna, conminan a la reflexión:
“Hoja de ruta”, documento final de la Primera Conferencia Mundial sobre la Educación Artística (Lisboa, 2006).
“La Agenda de Seúl”, documento final de la Segunda Conferencia Mundial sobre la Educación Artística (Seúl, 2010).
“Declaración de Bonn”, documento adaptado de la Agenda de Seúl al contexto de la música europea (Bonn, 2011).