Mañana de martes; mañana de julio; mañana de pasear y tomar el sol … una mañana cualquiera en un lugar cualquiera los niños juegan en la calle y disfrutan de las vacaciones. Tranquilidad y disfrute, y sin embargo, una niña se enfada, discute con su madre y se sienta lejos del resto de los niños mientras una lágrima se escapa y rueda por su mejilla. Su madre insiste en que vaya a jugar con el resto de los niños … y ella no deja de constestar “es que no me va a salir”
El drama viene porque no es capaz de hacer girar su peonza con la misma habilidad que el resto de los niños de la plaza. Lo intenta y lo intenta pero no es capaz de logarlo. Mientras los adultos nos miramos sin saber muy bien que hacer ella pasa un mal rato y repite la frase una y otra vez, quizás si estuviera sola o si no la mirásemos.
Mientras tanto, el resto de los niños ajenos juegan y se divierten, intercambian peonzas y prueban diferentes superficies y lanzamientos, hasta que alguien se da cuenta de las lágrimas e interviene … “yo te ayudo ¿Te eseño? ” En cuestión de cinco minutos las lágrimas han desaparecido, todos los niños juegan y ya nadie dice “no me va a salir”.
Cuando somos tan pequeños que aún no sabemos andar nos levantamos y lo intentamos hasta la extenuación, golpes y coscorrones van jalonando nuestro día a día pero no nos rendimos porque la recompensa de la autonomía que vamos a lograr nos compensa con creces, pero a medida que crecemos la presión del grupo, de la familia … nos va limitando nuestra espontaneidad.
En la anecdota que os relato fueron los propios niños los que supieron encauzar la situación para hacer posible que todos jugaran juntos, quedo demostrado que cuando el grupo de iguales colabora pueed conseguir integrar a un miembro más. Los niños pueden gestionar situaciones emocionalmente complejas si les damos tiempo y oportunidad, cuestión que no siempre los adultos somos capaces de valorar y percibir como algo positivo.
Si esta situación se dierá en el aula ¿les daríamos la oportunidad también? ¿Y en casa? Pecamos muchas veces de intervencionistas; nosotros somos los adultos, los profesionales … pero son ellos los que están a la misma altura del que sufre.
De cara al próximo curso podríamos hacer una actividad con nuestros alumnos … ¿qué cosas no os sentís capaces de hacer? ¿Cómo os hace sentiros? ¿Quién puede echar una mano para ayudarle? ¿Has sido capaz de lograrlo? ¿Cómo te sientes ahora? ¿Te sientes capaz de ayudar a otro?
Quizás podríamos ir regsitrando los logros que van alcanzado, quién ayuda y quién es ayudado; si cambian los roles y como es la dinámica del aula … con los más pequeños puede ser más complejo pero con los mayores del cole seguro que obtenemos resultados muy interesantes.
Llegamos al final de un nuevo curso en el blog, cerramos un periodo para abrir un tiempo de descanso, de lectura sosegada y de reflexión para encarar el nuevo curso. Espero que descanséis y disfrutéis allá donde estéis … nos vemos en septiembre de nuevo en la escuela, suerte y feliz verano 😉