“La enseñanza padece esencialmente por la separación existente entre sus contenidos y la experiencia vivida por los alumnos, entre los sitemas de valores que aquella propaga y los objetivos perseguidos por las sociedades, entre la edad de sus programas y la de la ciencia viva. Unir la educación a la vida; asocialar a objetivos concretos; establecer una correlación estrecha con la socieda y la econocmía; inventar una educación en estrecha simbiosis con el medio ambiente: en este sentido es indudablemente en el que se deben buscar los remedios“.
Aprender a ser. Edgar Faure. pp 1342-133
Permitidme comenzar con un texto ajeno, he querido empezar con este fragmento porque creo que es significativo, contundente, completo … y necesario, en tanto en cuanto, fue escrito en el año 73 del siglo pasado, vamos hace 40 años, nada más y nada menos.
Seguro que muchos lo habéis leído alguna vez, lo habéis ojeado o habéis realizado algún trabajo académico sobre él en la Facultad durante vuestros estudios, estoy convencido.
Yo suelo volver a estas referncias en vacaciones, cuando la cabeza necesita de oxígeno y necesito liberarme de rutina y burocracia que me ahoga en la escuela. Más allá del ruído mediático de las reformas, las idas y venidas que sufrimos los que nos dedicamos a la cosa pública en lo que a la educación se refiere, el pensamiento, las grandes ideas siempre están ahí, esperándonos que las redescubramos, que tomemos de nuevo impulso sobre ellas, ya que el paso de los tiempos amarillea las hojas de los libros … pero no hacen que las ideas caduquen.
En el barullo mediático estos días ha saltado la noticia de que se obligará a los niños y a las niñas a colaborar en casa en las tareas domésticas, sinceramente me parece un brindis al sol, otro más en esta sociedad de apariencia que pasa por encima de las verdaderas urgencias.
¿Quién sancionará si no se cumple la ley? ¿Abriremos las puertas de nuestras casas para que se controle quien hace las tareas del hogar? ¿Denunciaremos a nuestros niños por no colaborar?
Es todo muy absurdo, vuelvo al texto inicial, los valores que quiere desarrollar la sociedad deben estar en consonancia entre la escuela y las familias; entre la escuela y el hogar. No podemos promover la igualdad y la participación, la salud y el cuidado del medio ambiente si después hacemos lo contrario de lo que promulgamos.
En esta permanente contradicción viven nuestros niños, por un lado, reciben estímulos infinitos más que ninguna otra generación anterior pero no pueden jugar en la calle solos porque es un peligro. Se sobrealimentan como nunca pero al mismo tiempo están siempre enfermos y debemos diseñar planes contra la obesidad infantil que se deben desarrollar en la escuela; una institución que al mismo tiempo tiene que hacer de padre y madre, al tiempo que selecciona y orienta al alumnado en función de su rendimiento sin tener en cuenta su realidad generando tensión y ansiedad que … hemos entrado en bucle, un infernal volver a empezar … donde perdemos la referencia.
Pongamos el contador a cero, repensemos la escuela, la familia y la sociedad en su conjunto, ¿qué queremos ser?¿Cómo queremos conseguirlo? ¿Qué es importante y que no lo es? Cuando tengamos todo lo anterior claro … comencemos.
Los niños y las niñas son eso niños, personas en formación que corren, saltan, juegan y aprenden. Que pueden y deben ayudar y colaborar en casa y en la escuela; que son capaces de acometer pequeñas tareas y hacerlas solos si alguien se lo explica, y sobre todo, si un adulto les acompaña y les hace partícipes.
La tendencia natural del niño es a experimentar, ofrezcamoles experiencias positivas, interesantes, cargadas de vitalidad no solo de grandes objetivos académicos que sean imposibles de llevar a su realidad infantil, ¿de que serviran entonces sus aprendizajes si viven en un mundo artificial prediseñado y controlado desde el exterior a sus propias vidas?
Dejemos que se muevan, que juegen, que discutan, que lleguen a acuerdos o que no los alcancen, que más nada, son niños y tienen todo el tiempo del mundo … deben de ser conscientes de que pueden hacerlo; deben hacerlo para aprender, si lo único que les espera después es un premio o un castigo nada conseguiremos cuando retiremos el estímulo que les mueven, bien sea un premio maravilloso o el miedo que les infundamos los adultos.
Clarifiquemos, concretemos, consesuemos y … pongámonos en marcha, el tiempo se nos escapa como un puñado de arena entre las manos; nuestros niños y niñas se nos escapan como granos de areana, siguen creciendo aunque nosotros estemos ensimismados buscando no se sabe muy bien el qué … abramos los ojos, en cuarenta años el mundo a da un giro copernicano sobre si mismo, todo es distinto y todo es igual; todo cambia pero la confusión permanece o se hace más grande aún.
¿A dónde queremos llegar? ¿Qué mundo deseamos tener? ¿Somos acción o incercia? Paremos las máquinas, vamos a darle una vuelta, vamos a sentarnos un minuto a dejar la mente en blanco, vamos a releer a los que nos precedieron … y saquemos conclusiones … quizás sea momento de elaborar la memoria de la escuela, esa de final de curso pero esta vez cargada de verdaderos propósitos no de meras formalidades, podemos intentarlo, quizás lo logremos.