Por fin, por fin, por fin este fin de semana aquí en el norte hemos tenido la oportunidad de sacar bañador y bronceador para ir a la playa, comienza el tiempo de ocio que tanto deseamos y como no, un año más, comienza el ruido.
Quienes han tenido la oportunidad de andar por el extranjero, cuando regresan, siempre cuentan lo mismo, somos muy ruidosos. En algunos ambientes, esta capacidad que tenemos los españoles de hacer ruido en bares y otros lugares públicos, es como un símbolo a ensalzar, “nosotros somos así”, “ellos son aburridos”, “¡cómo aquí en ningún sitio!”.
No pondré en duda las bondades de nuestros lares pero que vayamos dejando al personal medio sordo cada vez que tenemos una oportunidad es algo preocupante, para nuestra educación y para nuestra salud.
El gran Forges lleva años denunciando desde su viñeta en El País este hecho, el ruido nos enferma, debemos combatirlo con más educación y más silencio.
¿Debemos dejar de celebrar un triunfo deportivo, la romería de la Virgen de nuestro pueblo o las fiestas de cumpleaños con algarabía? No, rotundamente no, pero debemos ser más considerados y moderados en nuestros excesos acústicos, parece una obviedad pero es puro sentido común, si molestas a otro este te molestará a ti, comenzamos una rueda que nunca paramos, somos así.
Hace tiempo visite un colegio de una compañera, está situado en un entorno urbano, muy diferente de mi escuela que es un ámbito rural. Cerca hay una carretera con bastante tráfico, ligero y pesado, comercios, bares, …, podéis imaginar la escena. Lo que más me llamo la atención fue el ruido que había en el interior del colegio, no solo el emitido por los niños y niñas que también, aquellos pasillos interminables tenían tal cantidad de decibelios en los cambios de clase que se hacia imposible hablar, molestaba más el ruido interior que el ruido que venía de fuera.
Ellos, niños y maestros, no lo notaban, era yo el extraño que acusaba en sus oídos el ruido ambiental, por contra en las aulas durante las clases que pude ver el nivel de ruido bajaba considerablemente, se lo comente con la mejor intención, sus caras detonaban más sorpresa que malestar, ojala les hiciera reflexionar sobre el tema.
Vivir con ruido es angustioso, ya existen sentencias judiciales que protegen a vecinos del ruido de bares u otros vecinos por sus consecuencias en la salud de las personas, yo me planteo en el ámbito que nos ocupa ¿es posible aprender con ruido? ¿Qué niveles son aceptables? ¿Tomamos en consideración este tipo de contaminación en el contexto escolar?
Si fuera una fábrica la que contaminará el patio del colegio, seguro que todos, familias y maestros nos lanzaríamos a la calle a reivindicar un aíre más limpio, pero con la contaminación acústica no lo hacemos, reducir el nivel de ruido en la escuela nos va a beneficiar en muchos aspectos, lanzo algunas ideas, por ejemplo, a menor ruido ambiental mayor facilidad para concentrarse en los aprendizajes, mejor comunicación entre iguales y con el maestro, menor ansiedad y mayor bienestar personal.
Cuando deseamos huir del ruido nos vamos a la playa a escuchar el rumor del mar, o nos sentamos en medio de un bosque después de llover, nos gusta escuchar el silencio junto con la visión de un hermoso paisaje, buscamos paz, calma, tranquilidad, son momentos que aprovechamos para reflexionar y tomar decisiones.
Propongo un objetivo para el próximo curso, analizar nuestros niveles de ruido para intervenir sobre ellos en nuestro aula o centro escolar, podemos abordar la tarea como equipo de ciclo, como claustro, como centro en su conjunto implicando a las familias.
¿Qué momentos son los más ruidosos en el día a día de la escuela? ¿Qué espacios concentran mayor contaminación acústica? ¿Quiénes tienden a ser más ruidoso? ¿Cómo podemos solucionarlo? ¿Podemos identificar elementos ruidosos en nuestro entorno? ¿Cómo implicamos a los niños en la búsqueda de soluciones? ¿Les podemos convertir en auditores acústicos? ¿Qué ideas tienen ellos para reducir el ruido? Y quizás las más importantes de todas las decisiones ¿Nos atrevemos a llevar a cabo el cambio? ¿Cómo lo evaluamos? ¿Cómo nos sentimos después?
P.D.: Os dejo una referencia a un recurso que me ha parecido muy interesante, es un app para iPad que mide el ruido ambiental, haz la prueba y nos contáis que ocurre a vuestro alrededor. [ENLACE]