¡Otro mundo es posible! Pues claro, sino no estaríamos trabajando por mejorar las condiciones de vida, las calidades…
Ya que hace dos post abrí esta caja de pandora que es profundizar sobre el importante papel que las entidades sociales juegan en la sociedad. Soy un profundo convencido del bien que hace a esta sociedad los espacios de las entidades sociales en los barrios. De hecho, el trabajo conjunto sobre los niños y niñas que se realiza desde las metodologías de los centros educativos, combinado con el trabajo en educación no formal desde las entidades sociales, es la base para una construcción de la persona. Vivimos momentos muy interesantes, buscamos nuevos “nosotros” en los que reconocernos dentro del juego de la sociedad. Y algo de eso lo está encontrando en organizaciones menos rígidas, más abiertas, en plataformas de participación dinamizadas desde los espacios locales que van generando opinión.
Las entidades sociales que capeamos el temporal como mejor podemos, atendiendo a una demanda creciente con una sustancial disminución de recursos disponibles, nos sentimos implicadas en estos procesos. Aportamos la creencia firme que los trabajos que realizamos permiten transformar todos estos obstáculos en nuevas oportunidades para crear identidades.
El tiempo libre y los espacios de participación o voluntariado resultan ser un elemento importante para construir vínculos con grupos y tener la posibilidad de reflexionar sobre estas relaciones de transformación. El tiempo libre es fuente de no pocas virtudes cívicas, asociadas casi siempre a la creación de reservas de capital social.
Las entidades sociales son ese espacio donde se encuentra lo que, sin agotar la lista, se puede considerar actualmente como importante: el análisis crítico de las situaciones; el aprendizaje para una sociedad inclusiva reacia a conductas sexistas, racistas e intolerantes; la promoción positiva de hábitos; la conservación y mejora del medio ambiente; la promoción de los valores ligados a la paz y a la convivencia pacífica; el desarrollo de la creatividad como búsqueda de alternativas; el uso del tiempo libre como ejercicio de voluntariado… Explicitemos esto.
Las entidades sociales que trabajan en los barrios desarrollan, en general su labor desde tres líneas básicas:
1. Desarrollo de la autonomía personal
A través de actividades de reflexión, discusión y acción, la acción asociativa va acompañada de la entrada de sus participantes en relaciones de cooperación y conflicto y así, los peques aprenden a afirmarse y enfrentarse, reconocerse y respetarse.
Desde ahí viven esa alianza de intercambios de diálogo, coordinación y competencia como fuente de desarrollo personal, desde un sentimiento de afirmación y madurez. Les proporciona elementos de constitución de una identidad que les ayuda a autodeterminarse proyectándose en el futuro, sopesando las ventajas de las que disponen, superando pruebas que los forman, imaginando alternativas para quien vive esas experiencias, formulando ideales de vida común.
Participan en un Nosotros, una comunidad de relaciones de reciprocidad que han elegido libremente y en la que pueden situarse como ser individual comparándose con los otros y en la experiencia de la acción: forjan su propia identidad.
2. Vínculos de reciprocidad, sociabilidad y solidaridad asociativa
Los niños, niñas y jóvenes que participan en entidades sociales acaban por conocerse entre ellos, comparten experiencias y trayectorias y se generan espacios de amistad, de conocimiento e incluso de competencia o antagonismo.
Capacidad de autonomía, capacidad para trabajar en grupo, iniciativa, creatividad, capacidad para ver el trasfondo de los problemas y no dejarse absorber por ellos, capacidad para tomar decisiones responsables e implicativas; en general, un sentimiento de competencia personal como habilidades necesarias para adentrarse en las etapas adultas de la vida.
La participación en entidades sociales posibilita que “la lógica del don” -entre los que dan y los que reciben se crean vínculos- no se cierra en las preocupaciones domésticas sino que se abre a la vida pública.
Estos vínculos conllevan una vivencia positiva de la multiculturalidad. Entiendo la multiculturalidad más que una dificultad o amenaza, como un reto que ofrece la posibilidad de repensar los vínculos sociales. La convivencia de personas distintas siempre enriquece.
Un punto clave es el voluntariado, como esa decisión personal de no dejar que la vida sin pase sin huella, implicación y generosidad de tiempos, ideas e incluso dineros porque creemos que otro mundo es posible.
3. Escuelas de democracia
En las entidades sociales, justamente por cómo están constituidas se aprende a cómo presentarse, hablar y debatir; reflexionar, negociar, consensuar y entenderse; coaligarse y oponerse.
Llegados a este punto, ¿cómo no pensar en las bondades que las entidades sociales aportan, en colaboración con los centros educativos, en la educación de los niños y niñas?