Carmen Fariña, española, hija de inmigrantes gallegos nacida en Nueva York (1943), fue (entre 2004 y 2006) y es la New York City Schools Chancellor, algo así como la Consejera de Educación o Jefa de las Escuelas de la Ciudad de Nueva York (desde enero de 2014). Bueno, sería algo así como la concejal de educación de una de nuestras ciudades pero, sin embargo, se trata del mayor distrito escolar de Estados Unidos: 1.700 escuelas, 1.100.000 estudiantes, 75.000 docentes y 24 billones de dólares de presupuesto.
Sus pinceladas para un modelo educativo:
* “Para todos los niños quiero una maestra como la que me ayudó a mí en la adolescencia”. En el instituto fue una profesora la que la salvó del grupo de alumnos “inviables” para ir la universidad, y en sus horas libres la ayudó a alcanzar el nivel necesario y a rellenar el proceso de solicitud.
* Ser un torbellino de energía (independientemente de la edad), serlo y tener ganas.
* Evitar someter a los colegios a exámenes estandarizados con los que determinar cuáles cerrar.
* Un lema vital, heredado de su padre: “memorizar puede servirte para aprobar exámenes, pero pensar te servirá para navegar por la vida”.
* Metodología didáctica, ¿cómo convertir una escuela “mala” en una “buena”? Desde 1991, fue directora de la Lillian D. Blake School, en el Upper East Side de Manhattan, de Nueva York, que pasó del puesto 76 del ranking a estar en el cuarto puesto en tan solo dos años. Renovó o despidió al 80% del profesorado y “una vez que has creado un clima de trabajo duro y mucha exigencia, la gente sabe si se siente cómoda. Y a partir de ahí decide si continúa o no”.
* Un lema pedagógico: “lo que yo busco son chiquillos que hablen entre ellos. Cuando los veo a todos firmes y calladitos no me interesa la escuela. Si los niños no hablan no están aprendiendo. Si estás todo el día escuchando a alguien después de un tiempo ya no pones atención. Las escuelas tienen que ser sitios de opinión, centros de discusión donde cada uno exponga diferentes razonamientos”.
* Dos conceptos básicos, participación y pensamiento: “los chicos deben aprender unos contenidos útiles, pero también tenemos que estimular su participación. Es fundamental que participen en la clase, que conformen sus propias opiniones, que hablen mucho. Tienen que distinguir entre las opciones de cada cosa y elegir. No quiero que se limiten a memorizar. Quiero que tengan opiniones”.
* Un lema curricular: “volver a las humanidades, porque no puedes entender el mundo sin entender la historia, el arte, la poesía, etc.”. “En Nueva York el teatro y los conciertos son para gente de dinero y no tiene que ser así. La semana que viene vamos a anunciar un programa por el que los chiquillos irán a los museos los jueves de 4 a 6”.
* Un reto de futuro: “extender a toda la sociedad el reto de contribuir a la educación de los niños, desde los museos, a los teatros, las empresas, los hospitales, las bibliotecas, etc.”.
* Un dato real: “aunque no nos guste, la gente te juzga por lo que ganas, y los que trabajan en escuelas u hospitales deberían ganar más que los que trabajan en Wall Street”.
Estos y muchos más consejos pedagógicos están incluidos en el libro Carmen Fariña y Laura Kotch (2008): A school leader’s Guide to excellence. Collaborating our way to better schools, Heinemann Educ Books, 190 páginas.