¡Tun, tun! ¿Quién es? preguntaba Nicolás Guillén para decidir si abrir o cerrar la muralla que, en clave de utopía, construía en su imaginación para salvar lo bueno y repeler lo malo. ¿Y a quién abrimos la muralla en este curso 2021-2022 para convertirlo en el mejor itinerario posible para familias, docentes y escolares?
Después de los dos cursos más extraños de las últimas décadas, con la mochila repleta de experiencias no esperadas, afrontamos un camino lleno de oportunidades de crecimiento, aplicando lo aprendido y retomando lo que tuvimos que dejar a medias.
Por lo pronto, a la positividad y las buenas perspectivas, abre la muralla.
¿Cómo se ha actuado ante las dificultades? El profesorado, creando nuevas formas de enseñanza-aprendizaje, el alumnado afianzando nuevos modos de relacionarse, de jugar, de comunicarse. Las madres y los padres consolidando nuevas fórmulas de interactuar con los centros y de acompañar a sus hijos e hijas en esta experiencia. Ante la nueva situación, un derroche de creatividad y de capacidad de adaptación.
De nada sirve pensar que sería mejor que no hubiera pasado, porque ha pasado, pero sería una verdadera lástima no aprender de lo sucedido, no darnos cuenta de cuáles han sido las tres grandes columnas que han sostenido la nave de la educación: paciencia, prudencia, y creatividad.
La educación está en pleno proceso de cambio, es posible que en relativamente poco tiempo encontremos nuevos modos de evaluar oficialmente el avance escolar, y las notas, tal y como hoy las conocemos, pasen a ser un recuerdo de cómo se hacían las cosas en el pasado. Es seguro que en poco tiempo encontraremos nuevos modos de aprender y de enseñar conocimientos tradicionales de manera más útil y eficaz, y una nueva generación se enfrentará de manera crítica y segura a los contenidos y a la realidad.
La teoría del conectivismo apunta hacia un aprendizaje diverso, desordenado y que se encuentra lejos de asumir el tradicional sistema de asimilar conocimientos perfectamente envasados y organizados. El conocimiento en una sociedad digital que se articula en red se basa en la cocreación, lo que implica un cambio de mentalidad y de actitud.
Es tiempo de olvidar la frase “es que siempre se ha hecho así”, una frase que no deja espacio a la innovación, una frase que encierra barrotes para el pensamiento y para la acción.
Al encorsetamiento de los planteamientos rutinarios, cierra la muralla. Al pensamiento crítico, abre la muralla.
Y abrimos un nuevo curso deseando ver aulas que expliquen ese cambio. Aunque el término aula huevera contiene un cierto aire despectivo hacia soluciones de otros tiempos, es tremendamente descriptivo de lo que está en plena fase de desaparición, porque los espacios de aprendizaje viven, indefectiblemente, un proceso de cambio.
Dispositivos y pantallas de distintos tamaños y capacidades, paredes y cristales rotulables, superficies magnéticas, sillas móviles, colchonetas… espacios adaptables a cada momento, y momentos adaptables a cada reto, si los espacios son polivalentes, si podemos estructurar el aula para cada necesidad, no es descabellado pensar que lo mismo se puede hacer con el tiempo.
A la nueva tecnología, abre la muralla. A los espacios que limitan el pensamiento, cierra la muralla.
Y para seguir la dirección que marcaba Nicolás Guillén y preservar de negatividad nuestro universo educativo, hay que empezar a decir adiós al fracaso escolar, y forzar la mirada larga para convencernos de que el abandono no es un déficit de la persona sino del sistema.
Vivimos en la sociedad de la información y el conocimiento en la que todo lo rutinario va a ser asumido por las máquinas, y a las personas nos va a quedar el resto. Eduquemos con esa mirada para formar personas que tengan las competencias suficientes para vivir una vida adulta feliz.
Con independencia de cuál sea el nivel de competencias de quienes forman parte de ella, la sociedad está cambiando a toda máquina, y serán los y las estudiantes de hoy, de ahora mismo, quienes conviertan a nuestro mundo en un mundo mejor, más agradable y más sostenible. Siempre hay un camino seguro para seguir aprendiendo.
Desde Educación Conectada queremos acompañaros en este curso que se presenta con tantos alicientes y no pocos retos.
Os animamos a seguir nuestras propuestas, esperamos ser de utilidad en este camino, contando con todas vuestras aportaciones y vuestra atención.
Abramos la muralla a las mejores ideas, propias y ajenas, para continuar repensando el proceso educativo, busquemos su conexión óptima con los nuevos tiempos y convirtamos los centros docentes en auténticas fábricas de sueños.