El ciclo de EduCONEC sobre cultura y transformación digital ha hecho, con esta ponencia, una inmersión en el campo de la neurociencia cognitiva. El maestro de educación primaria, profesor universitario y Premio Nacional de Educación 2013, Chema Lázaro, impartió un taller que responde a algunas de las preguntas que más nos hacemos quienes tenemos responsabilidades educativas: ¿Cómo, cuándo y cuánto se debe utilizar la tecnología?
Lázaro fue presentado por Cristina Gil, del equipo de familias de Fad, que destacó, al margen de todos los logros y galardones que atesora Chema Lázaro, sus ganas constantes de aprender y de emprender.
Empezó Lázaro reconociendo que aún no tenemos indicios de los beneficios a largo plazo del uso de la tecnología en la educación, y con este apunte, se centró en los cuatro pilares que dictan a nuestro cerebro cómo nos gusta aprender.
Utilizó la cita de Alejandra Pizarnik y su reflexión “Qué belleza guardan aquellos que no encentran su lugar fácilmente entre tanta gente. Tal y como está el mundo, es un privilegio no encajar” para abordar la dualidad de la tecnología y esa inseguridad que nos surge al no saber aún muy bien si somos héroes o villanos aplicándola en las aulas.
Lo que si podemos asegurar es que el contexto sociocultural es extraordinario, con nuevas formas de aprender y por lo tanto nuevas formas de enseñar.
La irrupción de la llamada nueva pedagogía ha abierto ilusión por investigar, por explorar, esto es, por potenciar la curiosidad. La curiosidad es algo natural que viene dado por naturaleza y es una labor del profesorado encontrar huecos para explotar esa curiosidad natural.
Lo que nos lleva a la creación de nuevos productos didácticos. En el día a día del aula podemos abrir el universo a diferentes herramientas que entran dentro del aula. Desde dispositivos electrónicos y tecnológicos que hace que podamos brindar diferentes contenidos a herramientas y aplicaciones digitales.
La tecnología nos va a ayudar a abordar el gran reto educativo que es llegar a personalizar el aprendizaje.
Los cuatro pilares que sustentan los aprendizajes profundos:
La tecnología nos permite tender puentes a entornos analógicos, no los sustituye necesariamente. Si somos conscientes de que ocurren estos mecanismos y los potenciamos, optimizaremos ese aprendizaje. Y estos son, según Lázaro, los cuatro pilares en los que se puede aplicar la tecnología como recurso complementario a los recursos analógicos:
1.- Atención.
La memoria tiene tres fases, la codificación es la primera, y Chema Lázaro aporta algunos ejemplos para aprovechar lo que se llama una red de alertas dentro del aula.
Por ejemplo, la generación de recursos audiovisuales, para ir consolidando las capas sobre las que se implanta el conocimiento. Otra posibilidad es crear una galería de arte dentro del aula, imágenes y papeles para opinar sobre esas imágenes. Es otra opción para obtener la atención de inicio.
Para mantener la atención captada se puede contar una historia en la que el alumnado se sienta en inmersión, una narrativa de aprendizaje, así se mantiene la atención durante un tiempo, con herramientas como Genialy y similares. Y en momentos oportunos se puede salir del entorno digital sin perder ese hilo conductor y trabajar con el alumnado en la parte analógica de la clase.
Y para trabajar la atención ejecutiva, la que sirve para estructurar el trabajo, la autonomía y la autorregulación, se pueden utilizar herramientas digitales de organización como Trello o Asana. Sin olvidar que lo digital es un espejo de lo analógico, y se puede hacer lo mismo sin necesidad de la tecnología.
Cuando se genera expectativa, curiosidad y ganas de aprender se activan las regiones del sistema límbico y los órganos de la amígdala y del hipocampo.
2.- Compromiso activo
Refiriéndose a un estudio del doctor Matthias Gruber de 2014 en el que habla de la curiosidad, Chema Lázaro nos hizo ver que la implicación activa se genera en el alumnado cuando tenemos la capacidad de generar la curiosidad. Cuando se genera expectativa, curiosidad y ganas de aprender se activan las regiones del sistema límbico y los órganos de la amígdala y del hipocampo. Se relacionan los principios emocionales con los racionales.
Queremos que la tecnología ayude a profundizar, a crecer, a interactuar y a ganar en autonomía
Para utilizar la tecnología, por ejemplo, Lázaro se sirve de votaciones sobe imágenes para comenzar a investigar, con la herramienta de Mentimeter, o diseña unidades didácticas de manera que el alumnado va viajando por secuencias lógicas de contenido, con el uso de dispositivos móviles. Sin perder de vista la convivencia entre esos dispositivos y desarrollando lo aprendido en ellos en el entorno analógico, tomando notas y conversando sobre lo que les llega desde el dispositivo digital.
Otras herramientas como Kahoot o Plickers también desarrollan la implicación a nivel social.
3.- El feedback (la evaluación)
En este pilar la tecnología juega muy a favor del alumnado. Es interesante que comencemos a cambiar la mirada sobre cómo administramos el feedback a nuestro alumnado..
Lázaro propone intentar cambiar la manera de evaluar a través de elementos de evaluación diferentes a los habituales. Aportando una retroalimentación cuantitativa y también cualitativa. Hay herramientas como los mapas de calor de Socratic u otros fromularios de google o microshoft, que resultan tremendamente útiles.
No solo dar la nota sino dar mucha más información, esto es muy importante. Y además la utilización de la tecnología nos permite explorar herramientas que nos ayudan muchísimo para aplicar nuevas formas de incorporar la socialización en el periodo formativo.
4.- La motivación.
La motivación aparece a través de la aplicación de la tecnología, si la tecnología que utilizamos es relevante para el alumnado. Queremos que la tecnología ayude a profundizar, a crecer, a interactuar y a ganar en autonomía.
La idea básica es dar un objetivo, deja elegir, reconocer el progreso y hacer aprender con el resto.
Se puede, por ejemplo, abordar el trabajo a través de estaciones de aprendizaje, con dos estaciones analógicas y dos digitales.
Y sin duda la tecnología nos va a ayudar a abordar el gran reto educativo que es llegar a personalizar el aprendizaje. Ahí es donde está su mayor valor y ahí es donde hay que incidir en este momento.
El desarrollo de estos cuatro pilares ha servido a Chema para abrir todo un abanico de posibilidades tecnológicas sobre las que el profesorado puede apoyarse para incorporar nuevas propuestas educativas en marcos metodológicos también novedosos.