Es una experiencia muy divertida e interesante. Realmente sales de la exposición con la sensación de haber sido parte de la historia. Éstas son algunas de las conclusiones de Eva, Dani, Carlota y Ángela, estudiantes de la Facultad de Historia de la UCM, al salir de una de las exposiciones inmersivas que más éxito están teniendo en estos últimos meses en nuestro país.
El mundo de la divulgación, tanto del arte, como de la historia y la ciencia, lleva un tiempo uniendo sus fuerzas a las de la tecnología digital y la narrativa visual interactiva para ganar adhesiones de todas las edades.
Proyecciones de gran formato, gafas de realidad virtual, espacios expositivos con diversas herramientas interactivas que permiten tener la sensación de estar cumpliendo sueños imposibles; viajes en el tiempo o al interior de la mente, o paseos por los cuadros de grandes artistas.
Sí, es muy visual y es fácil ir siguiendo el ritmo, creo que más fácil si se es joven, en comparación con un museo tradicional, me refiero. Nos comenta Ángela al salir de una exposición en la que se pueden revivir los últimos días de Pompeya y pasar un rato a pie de pista en un circo romano. De todas las propuestas inmersivas, prefiero la realidad aumentada con gafas 3D, sales como si lo hubieras vivido.
Y ahí está la clave: en estas exposiciones, – un punto de reunión que aúna galerías de arte, cine y sensaciones reales-, los espectadores y espectadoras pasan a ser protagonistas.
Creo que puede ser incluso más enriquecedor una experiencia inmersiva para un público más general como las familias con niños, que puede que en los museos convencionales se aburran, nos dice Dani.
Las exposiciones inmersivas empiezan a ser tenidas en cuenta como un gran recurso didáctico, y son tendencia en el mundo:
Las dedicadas a Klimt, Monet, Frida Kahlo, Goya, Renoir, Picasso, Dalí, están consiguiendo cifras de visitantes del nivel de las que la pionera sobre Van Gogh había logrado, más de cien mil personas en un año.
Precisamente, la obra de Van Gogh puede conocerse en este formato inmersivo estos días en Gijón, con la exposición El mundo de Van Gogh.
En este momento, en nuestro país podemos visitar, además de algunas exposiciones dedicadas a figuras de la pintura y el arte, exposiciones sobre momentos puntuales de la historia. A la citada Pompeya, en Madrid, se suman la dedicada a la figura del faraón Tutankamon, que está en Barcelona, que propone un viaje de 3400 años hacia atrás para descubrir los tesoros del antiguo Egipto. Y otra más, que trata de revivir la aventura de la primera vuelta al mundo, Magallanes y Elcano, que por el momento se puede visitar en Madrid.
Las exposiciones inmersivas empiezan a ser tenidas en cuenta como un gran recurso didáctico, y son tendencia en el mundo.
Eva nos dice, me parece una manera muy buena, accesible e interesante para entender determinados momentos históricos desde un punto de vista general. Y Dani aporta también su opinión, creo que es una forma más divulgativa y entretenida por lo que es apto para cualquier persona, ya que un museo puede ser algo aburrido para algunas personas al no tener tantos estímulos como una exposición inmersiva
Algunos museos, como el Pérgamo de Berlín, ya incluye de manera fija una zona de inmersión, y otros espacios expositivos se dedican exclusivamente a presentar montajes de estas características, por ejemplo el Nomad museo de Madrid, que en este momento ofrece lo que cabría calificar de metaversos, con sus matices; uno dedicado a la pintura de El Bosco y el otro, un mundo virtual con el que se puede interactuar llamado Utopía.
Éste tipo de propuesta cultural, según se va pudiendo comprobar, no entra en colisión con las más tradicionales, son fórmulas de atracción que pueden coexistir perfectamente, incluso algunas personas que se dedican a preparar estas exposiciones virtuales afirman que se complementan, las inmersivas suelen ser itinerantes y de una sola visita, y los museos tradicionales son lugares fijos a los que se puede acudir de vez en cuando a disfrutar de obras originales y sensaciones más tranquilas.
Las proyecciones 360º en grandes espacios, las salas de inmersión por grupos con gafas 3D, este tipo de herramientas tecnológicas, unidas a otras técnicas más tradicionales para conseguir emociones y sensaciones son un vehículo de aprendizaje de gran valor.
Terminamos con la frase que nos dejó Carlota tras su visita a Pompeya, que resume bien el impacto que una buena exposición inmersiva puede causar: Sales de la exposición como si hubieses formado parte de ella, en el sentido de que te cautiva, y te atrae mucho más que un museo convencional en el que sencillamente miras.