Desde Ciudad de México y presentada por la directora técnica de FAD, Eulalia Alemany, inició este ciclo de conferencias y talleres EduCONEC la filósofa de la Tecnología Eurídice Cabañes, con una ponencia en la que presentó algunas de sus conclusiones sobre el momento que estamos viviendo en relación con los usos de la tecnología. Inteligencia colectiva, algoritmos tomando decisiones y un futuro tecnológico sobre el que reflexionar.
La pandemia nos pilló desprevenidos, con los deberes sin hacer en cuanto a habilidades y preparación para conectarnos digitalmente. Pero la situación de emergencia se impuso y reaccionamos como sociedad y como individuos: eliminamos nuestro pensamiento a largo plazo y nos centramos en el día a día.
Para Eurídice Cabañes estamos ya en una fase en la que podemos cuestionarnos qué herramientas hemos puesto en marcha y hasta qué punto ha sido o no un acierto ese despliegue. Es el momento de reflexionar sobre nuestro yo digital.
Uno de los primeros temas para reflexionar es el espacio que habitamos. Nuestra casa se amplió a través de las pantallas y, en cambio, nuestro mundo habitado físicamente se hizo mucho más pequeño. En cierta medida parece que nos hemos fragmentado y nos hemos transformado en gran medida en seres digitales.
“¿Quiénes somos cuando somos digitales? ¿Qué nos pide el mundo digital y qué le ofrecemos?”
Cabañes detecta algunos inconvenientes que tienen que ver con la ética de lo digital y también aporta soluciones para equilibrarlos. El más trascendente es el de la creación de nuestra identidad ¿Quiénes somos cuando somos digitales? ¿Qué nos pide el mundo digital y qué le ofrecemos? En ocasiones hemos pasado más tiempo ofreciendo nuestra imagen digital que la real, y eso sí cambia las cosas, sobre eso hay que reflexionar en positivo.
El verdadero problema surge cuando empezamos a compartir solo lo que creemos que es bueno, cuando nos basamos en la cuantificación y no la cualificación de lo que ofrecemos, cuando decidimos quiénes debemos ser digitalmente basándonos en números, likes o números de visualizaciones.
Esto, ya está estudiado, forja una ansiedad y crea una dependencia cerebral que busca una respuesta exterior, algo que en nuestra vida no conectada no consideramos necesario, y por eso no debería marcar nuestra personalidad digital.
“¿Hemos llegado ya al momento en el que nuestras decisiones las toman algoritmos? “
Un efecto muy interesante, por lo positivo que puede llegar a ser, es la Inteligencia colectiva: Es la mente extensa, ahora la mente está más allá de los límites del cráneo. Tenemos una gran memoria colectiva a un click de distancia. Esto es algo fabuloso que, como es natural, también tiene inconvenientes que hay que tener en cuenta.
Eurídice Cabañes nos invita a preguntarnos: “¿Cómo se organiza esta memoria colectiva?” Y nos alerta para que seamos conscientes de que cada vez que buscamos en esa memoria aumentada, aumentamos también como perfil de datos, somos un montón de numeritos almacenados en la nube.
Hoy sabemos que esos datos pueden condicionar en cierta manera nuestro futuro a través de los sistemas algorítmicos que filtran personas en función de sus perfiles de datos. ¿Hemos llegado ya al momento en el que nuestras decisiones las toman algoritmos?
Tenemos que reflexionar también, en opinión de Cabañes, si al estar demasiado pendientes de lo numérico mermamos nuestra capacidad de pensamiento crítico. Y es posible que estemos delegando nuestro análisis en los demás: en amistades que nos filtran las noticias y las opiniones, en los medios que seguimos y nos sirven noticias y en los algoritmos que deciden qué es lo primero que vamos a leer cuando busquemos algo. Esto también es algo que nos tiene que ayudar a tomar decisiones sobre cómo queremos que sea nuestra personalidad digital.
Estas reflexiones hay que trasladarlas también al mundo laboral y al educativo; dos realidades que se han visto en gran medida modificadas por razón de la pandemia.
Eurídice Cabañes apunta, con una mirada optimista y positiva, que es posible que el teletrabajo devuelva población a la España vaciada, y que tal vez ser conscientes de los déficits que hemos sufrido en el mundo educativo nos haga reflexionar como sociedad e incorporar la promoción de la creación de infraestructuras públicas digitales, y la generación de tecnologías situadas que respondan a los intereses de la ciudadanía en ámbitos locales.
Como gran ventaja de lo aprendido en este año marcado por la pandemia, Eurídice Cabañes apunta a la ubicuidad como el gran descubrimiento social que nos ha dado la conectividad, una ubicuidad que, por ejemplo, ha permitido que, en esta ocasión, Cabañes, desde Ciudad de México, hablase a un buen número de personas repartidas por la geografía española y mundial y abrir así este ciclo de talleres sobre cultura y transformación digital.