El tiempo y el espacio, las cuatro dimensiones; la realidad. Los sitios en los que vivimos, los lugares en los que aprendemos. ¿Deberían ser sitios para recordar?
Las aulas han dado mucho juego a la literatura y al cine, dejemos volar nuestro imaginario colectivo y vayamos a las aulas de la elitista escuela Welton de El club de los poetas muertos con Robin Williams. No nos quedemos ahí, visitemos ahora las aulas de la escuela pública de un barrio popular del East End de Londres en Rebelión en las aulas, con Sidney Poitier. Retrocedamos en el tiempo para plantarnos en el aula de la humilde escuela de Limerick, en Irlanda, en Las cenizas de Ángela, o en el internado de reeducación de menores en la Francia de Los chicos del coro, de Christophe Barratier, y para terminar vamos por un instante a 1989, al aula de la escuela de secundaria Carlmont en Belmont, California, en Mentes peligrosas, con Michelle Pfeiffer; es curioso ¿verdad?, todas esas aulas tienen, a pesar de la distancia geográfica y temporal, muchas cosas en común.
La tercera década del S.XXI puede ser un momento perfecto para hacer inventario y definir, no las aulas del futuro sino las del presente.
Es difícil encontrar a alguien que no recuerde cómo fueron las aulas de su etapa educativa, la imagen de las escuelas tradicionales está en el imaginario de generaciones y generaciones. Y en paralelo a esa imagen han ido discurriendo las innovaciones pedagógicas que desde diferentes movimientos han tratado de romper con lo comúnmente establecido y han aportado pequeñas o grandes variaciones que se han ido adoptando o rechazando, que han tenido su éxito o su fracaso.
Mucho más allá de lo que simboliza el subirse a la mesa del aula a recordar a Walt Whitman, oh, capitán mi capitán, las innovaciones pedagógicas han ido aportando cambios que han mejorado el aprendizaje, y la tercera década del S.XXI puede ser un momento perfecto para hacer inventario y definir, no las aulas del futuro sino las del presente.
Con un análisis superficial del momento que vivimos, podríamos concluir que existe una doble reinterpretación de los espacios para la educación, por un lado, el empuje de la tecnología que se abre camino y en ocasiones se sitúa en el centro del espacio y del tiempo, y por otro lado se abren las puertas del futuro a espacios flexibles que se puedan utilizar para el aprendizaje cooperativo y para el individual, para la libertad en la expresión expositiva y para la comodidad y la atención en lo receptivo.
Una de las líneas de pensamiento que se está siguiendo es la que marca el proyecto “El aula del futuro”, promovido por los Ministerios de Educación de La Unión Europea y conocido como Future Classroom Lab. Según explica su página web, es un espacio de enseñanza y aprendizaje totalmente equipado, que pretende ayudar a visualizar la forma en que nuestras aulas actuales pueden reorganizarse para promover cambios en los estilos de enseñanza y aprendizaje.
Como siempre, en Educación Conectada queremos contrastar opiniones y hemos querido consultar al prestigioso artista y formador, Siro López Gutiérrez, y con él hemos compartido opiniones sobre este proyecto de la Unión Europea, que nos sirve como referencia para la reflexión.
Valorando algunas grandes aportaciones de El aula del futuro, nos dice Siro López, el enfoque de esa corriente está centrado en la tecnología y el cambio metodológico se conduce hacia la tecnología. Hay distintos espacios que generan novedad pero que se olvidan de cosas que parecen fundamentales. Ante esta reflexión aparece la necesidad de equilibrar ese peso.
Algo que mejorar sustancialmente la propuesta del Future Classroom Lab es la presencia en las aulas de la naturaleza; la escuela debe ser un bosque, figurativa y efectivamente, somos parte del ecosistema y resulta que en las aulas no hay plantas.
Mientras la ciencia certifica que hay plantas que ayudan a limpiar el aire y la flora forma parte del currículum académico, en las aulas no hay plantas. Siro considera que las aulas deben tener plantas y estas deben ser cuidadas por el alumnado.
En las películas de ciencia ficción, en las naves espaciales la naturaleza está ausente, e igual que en las aulas del futuro, tampoco hay cuadros, el arte está ausente, hay luces, robótica, tecnología, velocidad, armamento, pero nunca un cuadro ¿La gente dejó de pintar?
Esta reflexión nos lleva a recordad las tesis de otra película, Hoy empieza todo, de Bertrand Tavernier. Sin duda, la tecnología es una maravillosa herramienta, y debemos apoyarnos sin dudar en ella, eso no quita para pensar también que hay que recuperar cosas que hemos perdido. En las aulas tampoco hay un violín ¿Qué nos ha salvado en el confinamiento? La música, la poesía.
De manera que las artes tienen que estar presentes en las aulas, con espacios expositivos de lo creado por el alumnado con calidad de museo, y la naturaleza también, y uniendo naturaleza y expresión, es fundamental recuperar el protagonismo del cuerpo, ¿en tus aulas hay espejos? Según Siro López, debería haberlos.
Desde infantil a secundaria son necesarios los espejos en las aulas. El cuerpo forma parte del aprendizaje. Es un error compartimentar y dejar el conocimiento del cuerpo para la educación física, el cuerpo es meditación, respiración, baile, y eso se puede hacer en cualquier asignatura.
Cualquier transformación de un aula tiene que obedecer a claves pedagógicas
También trabajar en el suelo es algo que debería poder hacerse en cualquier edad. Y tiene que ser en un suelo adecuado ¿y cuál es ese suelo adecuado? uno en el que el docente esté a gusto, sencillo.
Cualquier transformación de un aula tiene que obedecer a claves pedagógicas, la innovación tiene que venir de ahí ¿Qué necesitamos para potenciar la educación, la salud, el aprendizaje y la naturaleza?
A partir de esa pregunta aparecerá la necesidad de luz natural, o si es artificial porque no quede más remedio, una luz que sea posible regular en su calidez e intensidad.
Y para seguir pensando, una última reflexión: No hay distinción entre infantil y primaria, secundaria o educación especial a la hora de organizar los espacios, los mismos elementos y el mismo diseño de espacios sirven para todas las etapas. Lo que si hay que cambiar son las propuestas estéticas. No olvidemos nunca que el aula es uno más, cierto, pero uno de los más importantes, lugares para crecer.