Pese a su consumo cada vez más minoritario se las conoce como barbitúricos o pastillas para dormir. El químico Von Baeger fue el primero que sintetizó el ácido barbitúrico en 1.863, y a partir de este momento se han investigado más de 2.500 derivados de esta sustancia, muy utilizada en la medicina durante el siglo XIX y principios del XX pero con cada vez menos indicaciones terapéuticas, exceptuando las anestésicas. Se pueden consumir por vía oral; pastillas, píldoras, rectal; supositorios o en forma líquida (ampollas inyectables).
Efectos esperados y deseados: A dosis bajas, producen sensaciones de tranquilidad, ayudan a conciliar el sueño. También pueden provocar un estado eufórico, la “borrachera barbitúrica” parecida a la que se produce al ingerir alcohol, caracterizada por optimismo, trastornos del equilibrio, psicomotores y del habla.
Efectos inesperados e indeseables: Cantidades más elevadas disminuyen los reflejos y provocan adormecimiento, incluso estados próximos al coma.
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Son ilegales los actos de elaboración o tráfico, o aquellos que de otro modo promuevan, favorezcan o faciliten el consumo ilegal. No está legislado el consumo y la tenencia con fines lúdicos de cantidades para el autoconsumo. Y son legales los usos terapéuticos que persisten.
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