Cuando paseamos por la calle o salimos de un supermercado, observamos la imagen y reaccionamos… ¿Cómo es posible que la gente tire tantas cosas al suelo? observando la cantidad de papeles, de mascarillas y de guantes de plástico que se acumulan y corren de acá para allá con el viento. Y pensamos … alguien debería avisar a alguien para que limpiaran esto.
Esta situación me lleva a pensar que no nos sentimos agentes de cambio, que preferimos creer que no podemos cambiar nada. Pero… ¿y si pudiéramos cambiar algo? ¿y si resulta que en mi entorno más cercano puedo modificar algo?
Puede que no seamos grandes líderes mundiales, puede que no seamos influencers populares, pero en nuestra familia y con nuestras amistades o vecindario si podemos ser agentes de cambio. Y ¿para cambiar qué?
La educación de los/las hijos/as en la sostenibilidad y el cuidado del medio ambiente. Cambiar también el concepto de usar y tirar que tienen algunas personas que conocemos. Proponernos concienciar a nuestras amistades y familia, para comprar en estas fiestas en el comercio local o de barrio y así ayudamos para evitar que cierren. En reutilizar y darle otra vida a utensilios o prendas que en principio pensábamos que ya no eran útiles o en llevar a reparar electrodomésticos de nuestra casa y darles una segunda oportunidad.
Yo estoy convencida que, sin darnos cuenta, ya somos agentes de cambio con cada comportamiento que realizamos en nuestra familia, con amistades, en el trabajo, en la localidad o barrio donde nos relacionamos porque, si lo pensamos, todo el mundo puede influir positivamente en su entorno buscando la forma de mejorarlo. Es más, si nos lo proponemos, podríamos ser capaces de transmitir nuestras creencias en un mundo más sostenible a muchas más personas de las que nos habíamos imaginado y los beneficios serían incalculables. ¿Nos atrevemos?